Cepillarse los dientes en el colegio

Vuelta Al Cole

Con puntualidad inglesa suena el timbre de la escuela. Son las 13:30, ni un segundo más ni un segundo menos. En las aulas, las manos empiezan a desprenderse de los lápices de colores y las libretas que hasta ahora las mantenían ocupadas. Una fila de alumnos, de los cuales ninguno supera el metro y medio, van saliendo por la puerta del aula en dirección al comedor.

El rugido de alguna barriga se mezcla con el murmullo del pasillo. Están intrigados, es el primer día del curso y para muchos también la primera vez que ni mamá ni papá estarán controlando cada uno de sus movimientos. Es el momento ideal para intentar poner en práctica todas las triquiñuelas que en casa no surten efecto. Y vaya si lo intentan.

Se me hace bola”, “no me cabe más”, “mi mamá no me obliga a comerlo”… protestan los alumnos ante la impasible mirada de sus tutores. Ningún truco funciona. Ni siquiera el “yo me lavo los dientes en casa” con el que Pablo intenta convencer a su profe, Laura, de que este no es un buen momento para cepillarse los dientes.

Pero Laura no da su brazo a torcer hasta que Pablo reconoce cuál es el problema: “es que sin mi mamá no sé, no me gusta”. Laura se agacha a abrazarlo y le susurra al oído “seguro que lo has hecho muy bien todo el verano con tu mamá y lo seguirás haciendo todo el curso, porque eres un campeón”. Una caricia en la cara y Pablo vuelve al aula encantado y con los dientes impolutos.

A la salida, varias mamás charlan mientras esperan a sus hijos. Cuando Pablo aparece por la puerta, va corriendo a abrazar a su madre. Está encantado. “Mira mamá, tengo los dientes limpísimos. La profe dice que soy un campeón lavándome los dientes”, dice con una sonrisa de oreja a oreja.

Su madre, emocionada, no puede sino animarlo: “claro que lo eres, pero nunca debes olvidar que cepillarse los dientes después de cada comida es muy importante. Si lo haces, seguro que nunca se te quita esta bonita sonrisa de la boca”, le dice. Y los dos se van agarrados de la mano a disfrutar de la tarde en el parque.