Corre, corre, que te pillo

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Las ciudades inglesas están invadidas por cámaras de videovigilancia que graban las 24 horas del día. Su famoso CCTV (siglas inglesas de Circuito Cerrado de Televisión) controla todos y cada uno de los movimientos del día a día en las ciudades ya se trate de la vía pública, las estaciones de metro o tren, los aeropuertos… Y no precisamente para capturar las sonrisas de los ciudadanos.

El Gran Hermano ha llegado a Gran Bretaña, como indica el dato de que existe una cámara de circuito cerrado por cada 14 personas. Concretamente, en Inglaterra hay instalados más de 5 millones de estas videocámaras, lo que lo convierte en el país más vigilado del mundo.

Pero aún con toda la tecnología de su parte, las fuerzas policiales inglesas, como el resto de humanos, no están libres de cometer errores.

Tal es así que, en la ciudad de Sussex ocurrió un hecho insólito: uno de los operadores de cámara observó un comportamiento sospechoso por parte de un viandante en las proximidades de donde se encontraba un policía de paisano.

Mientras el operador aseguraba haber visto al sospechoso “el mes pasado”, describiéndolo como alguien “que era rápido y escurridizo”, el oficial perseguía a su objetivo. Cuanto más se acercaba, más alarmante era el comportamiento del fugitivo.

Tras 20 minutos de persecución, el cazador fue cazado… por sí mismo. Y es que, otro agente que accedió a la sala de cámaras, identificó al posible criminal como el agente de paisano que lo estaba persiguiendo. Es decir, que el propio policía se estaba persiguiendo a sí mismo bajo las instrucciones del operador de cámara.

Una pequeña y cómica anécdota que no hace más que reafirmar que el exceso muchas veces resulta contraproducente. ¿O no?